Este blog pretende conformarse como un cajón de sastre de relatos personales, críticas de cine, comentarios de situaciones cotidianas, reflexiones personales sobre hechos y problemáticas generales.
Un archivador de apuntes particulares.

11 de enero de 2021

Atesorando objetos inanimados

Tengo un oso, una piedra, un corazón y una flor. Pero creo que nada es de verdad. Lo fueron en su momento, claro, eso no lo dudo, pero creo que con el paso del tiempo han ido perdiendo valor. Las circunstancias han hecho que poco a poco se hayan ido corrompiendo hasta quedar nada más que la carcasa de lo que en su día fueron.

El oso fue indispensable en los primeros momentos. Hablaba con él, me reía con él, nos pasábamos las noches tirados en la cama ... me hizo bastante compañía y me dio apoyo y valor justo cuando lo necesitaba. He intentado mantenerlo a mi lado, pero creo que me quería sólo para él y en este momento no quiero algo tan egoísta a mi lado.
La piedra ... no tiene mucha cabeza, lo reconozco ...y no sé hasta qué punto puede sentir algo. Es bonita, sí, pero creo que en el fondo, lo que ha vivido y ha visto ha hecho que a día de hoy  esté vacía. La encontré en el camino y sin saber muy por qué seguí tropezándome con ella unas cuantas veces más.
Un pin, una camiseta, una tarta y un corazón. Eso es una historia de amor fugaz y lo demás son tonterías. Sólo espero que lo que se ató con un trozo de hilo tarde mucho en desatarse.
Y lo último en llegar.... bueno, por hermosa que sea una planta su atractivo es sólo temporal, pasajero.



Una flor cortada es una flor muerta. Belleza con fecha de caducidad próxima. La pasión siempre es efímera, el amor hay que cuidarlo para que dure. No quiero cultivar, no me apetece abonar, ni mucho menos anhelo obtener frutos de algo que sé será momentáneo. No  necesito plantas a las que cuidar, no quiero flores delicadas a las que prestar atención. Estoy completa como soy, no requiero ningún cuidado. No exijo nada porque no carezco de nada, así pues tampoco quiero que nadie me pode ni vele por mí. Prefiero ser un rosal salvaje con espinas que de vez en cuando florece, sin previo aviso, en mitad de la nada, pero cuyas flores desprenden tal perfume que sé que el insecto indicado no podrá resistir acercarse y aventurarse a conocer qué es eso que soy. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario