Quisiera besarte como no te ha besado nadie.
Alejarme de ti y el olor que desprendes,
de olor a carnicería, ahora a dentista.
¿O seré yo?
Atracción caníbal por tu cuello.
Quedarme dormida mientras me abrazas.
Después de veinte años.
Viviendo una vida que no me pertenece.
Dejándome llevar para luego fustigarme.
Sobria de alcohol evaporado.
No me dejes nunca.
Sigue podando.
Sé me desmadran las raíces.
Locura onírica realística.
Simplemente porque me creía tu mentira.
Me tragué tu patraña reluciente.
Ya dan igual las arcadas.
Todo está cubierto de sangre.
He matado a dos niños, un perro y un gato.
Todos los que nunca tuve.
Te reventaría la cara a hostias
y me haría una estola con tu pelo.
Si no se cura hoy diazepan para mañana.
Moriré como Marat, en una bañera.
Acuchillada en múltiples planos.
Sin escucha da igual el idioma.
Muérdagos en umbrales que no existen.
Árboles podridos que siguen en pie.
Hay más vida en algo muerto que dentro de mí
misma.
Amasijo de entrañas, sin olor ni sabor.
Sólo el azufre de un dragón,
que respira, deseando ser despertado.
Resistiendo las ganas de salir corriendo
cual lagarto, la gula le impide sostener el vuelo.
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