El consejero, de Ridley Scott
Un abogado (Michael Fassbender) que aparentemente lo tiene todo decide involucrarse en el
mundo de la droga para obtener dinero fácil. Un reputado novelista
(Cormac Mccarthy) decide adaptar él mismo su novela y convertirse en
guionista de cine. Un cineasta de renombre, Ridley Scott, dirige una
película que viene a corroborar el rumbo que ha tomado su carrera. Y
un reparto de lujo como reclamo principal son los principales
atractivos de una cinta que tiene por eslogan: “Pecar es una
elección”.
Sin embargo, la cocción de estos ingredientes hacen de
El consejero un plato apetecible pero difícil de digerir. Ya que las
expectativas que despierta el film, corroboradas por un trailer que
muestra un thiller enrevesado, provocan a su vez que la decepción
esté también a flor de piel.
La cuestión principal
radica en que la historia no acaba de cuajar en pantalla, aunque
probablemente sí lo haga en prosa, si se tiene en cuenta el talentoque posee Mccarthy como escritor. En muchas ocasiones, la trama, que
llega en escenas inconexas, contiene datos que sólo aportan la
artificiosidad de los personajes. De nada sirve el talento que posean
los actores (sorprende gratamente Cameron Diaz) si dan vida a unos
personajes planos de los que a penas se tiene información, con los
que es imposible identificarse y que además se expresan a través de
unos diálogos demasiado farragosos. El guión, que no logra
transmitir el interés por la historia, contiene una primera parte
demasiado extensa que además de desubicar al espectador al no
avanzar la trama, refleja de forma banal los temas recurrentes en la
película, donde el sexo y las mujeres tienen casi más peso que el
dinero y la droga en sí. Por otro lado, la buena factura del film se
refleja, gracias al esfuerzo del director, en la frontera y su
retrato tex-mex, la deslocalización de la acción en varios países
y las escenas de acción.
La paradoja reside en las
consecuencias que tiene implicarse a ciegas en un negocio complejo,
sin tener una necesidad imperiosa de hacerlo, desatendiendo los
continuos consejos de las personas del sector al ir de “listillo”
(así cataloga al protagonista el personaje de Brad Pitt) y aparentar
que se tiene controlada una situación que sólo puede tender a
complicarse.
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