Un día más te levantas, corres la cortina y lo ves todo
gris.
Pero sólo depende de ti el tomarte el tiempo como señal
de que el día que comienza va a ser igual de triste y monótono como el cielo
que ves desde tu ventana.
La verdad es que no sé muy bien si aquí a la gente le da
igual el tiempo, porque lo tienen asumido, o miran para el suelo porque las
nubes son demasiado pesadas para mirar más allá de ellas.
A mí me encanta salir a correr con el viento en contra.
Pedalear y notar cómo se me van pegando los pantalones a las piernas debido a
la lluvia... Y pese a todo, mirar el cielo, mirar hacia arriba y cerrar los
ojos para sentir mejor la sensación de cómo las gotas chocan contra mi cara.
Correr, siempre corriendo, esforzándome... para sentirme ¿viva?
Para cuando el aire se ha llevado las nubes ya es
demasiado tarde, sólo quedan charcos en el suelo. Entonces te quitas la
chaqueta, te pones las gafas de sol y sólo te entran ganas de tirarte en el
parque a disfrutar de los pocos rayos de luz que sabes tendrás ese día. Pero no
lo haces, porque estás demasiado ocupado trabajando, estudiando, intentando
conocer gente, ... , cualquier deber como excusa es buena. Y vuelves a tu piso
de mierda, a esa habitación que te empeñas en llamar hogar y adoras, pero que
no te pertenece. Y te encierras como si fuera invierno, sólo y sin nadie que te
arrope o te abrace para reconfortarte.
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