Cuando un animal está malherido la sangre se huele desde lejos, ya sea por
mar, tierra o aire. A veces no se ve, se intuye. Frecuentemente es la misma
presa la que se expone demasiado, simplemente porque ansía verse deseada,
acechada, perseguida, cazada y finalmente despedazada. En algunas ocasiones la criatura
se autolesiona y deja lucir sus heridas abiertas a la espera de la llegada de
las hienas, más tarde hasta los buitres aparecen al reclamo... Pero el mayor
trofeo es la captura de la gran fiera, con quien es más difícil salir vivo del
juego. Alguien que además de dejarte hecha pedazos, te drene la sangre. Te deje
rota y sin ganas de volver a arriesgar, a jugar de nuevo.
Como buen adicto, uno vuelve a apostar... Vale la pena tanto ganar como perder, lo importante es la adrenalina del momento. El falso sentimiento de poder y control. Uno pone todo su esfuerzo, empeño y energía en ganar para luego dejarse vencer, sutilmente... La magia radica en que el otro no sé de cuenta. Si no, se te puede acusar de tramposo. De contador de cartas. El reto de superarse a uno mismo con cada nuevo contendiente llega más lejos que cualquier cicatriz. Ensalza más el espíritu y el ego que cualquier cumplido o meta conseguida. Crecer y sentirse superior, mejor: qué gran bazofia. Muertos por dentro, vivos en vida. Carroñeros y depredadores tienen menos en común con la presa que entre ellos mismos.
Como buen adicto, uno vuelve a apostar... Vale la pena tanto ganar como perder, lo importante es la adrenalina del momento. El falso sentimiento de poder y control. Uno pone todo su esfuerzo, empeño y energía en ganar para luego dejarse vencer, sutilmente... La magia radica en que el otro no sé de cuenta. Si no, se te puede acusar de tramposo. De contador de cartas. El reto de superarse a uno mismo con cada nuevo contendiente llega más lejos que cualquier cicatriz. Ensalza más el espíritu y el ego que cualquier cumplido o meta conseguida. Crecer y sentirse superior, mejor: qué gran bazofia. Muertos por dentro, vivos en vida. Carroñeros y depredadores tienen menos en común con la presa que entre ellos mismos.
La presa es la reina de la sabana, por la que todo sigue existiendo.
Lástima que a veces se la menosprecie tanto y se la vea sólo como carne. Digna
rareza sadomasoquista. Pedazo de entraña con sentimientos que sólo quiere
sentirse amada antes de desvanecer y resucitar con un pedazo de corazón menos y
una armadura mejor, aunque no sea del todo indestructible.
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