Seguro que te ha pasado alguna vez el tener una melodía en la cabeza, no el
típico soniquete pegadizo que no te puedes quitar de encima, sino más bien una
melodía que conoces y aparece sin más, en un momento puntual, sin saber muy
bien por qué. Te ha pasado además que te pones a buscar esa canción y, aunque
nunca le prestaste atención a la letra, ésta encaja con lo que te está pasando
en ese momento, a ciencia cierta por lo menos por tu cabeza. Qué hay un
instrumento, un ritmo, o un momento en esa melodía que encaja con lo que estás
sintiendo. Quizás te tengas que parar y analizar por qué. Quizás te dé la
impresión de que todo encaja como por arte de magia. Quizás ni si quiere te
habías dado cuenta de que estabas rabioso, pero de repente te apetece escuchar "The beautiful people" the Marilyn Manson. O lo mismo ni habías notado que te sientes
un poco solo, pero sólo quieres escuchar "Rape me" de Nirvana.
Es increíble que algo melódico se te quede grabado durante años. Un sonido
continuo con el que te criaste (unos gritos casi constantes)... El ronroneo del
amor puro de un animal que ni era tuyo... La música electrónica que ponía la
vecina para dormir a su hijo y con la que yo también me dormí durante años, quizás
por eso al bailarla cierro los ojos y parece que he tomado narcóticos y estoy
como viviendo un sueño hipnótico. O cuando los hijos de la misma vecina se
duchaban escuchando música italiana en bucle, será por eso que me encanta la
cadencia de ese lenguaje... Cada vez que iba en coche con mi madre en invierno
y sonaba una cinta con villancicos gitanos... Los vinilos conservados como oro
en paño de Bob Marley o Carmina Burana que me encantaba escuchar a toda
pastilla con mi padre. El montón de cd's de música clásica atesorados a los que
nunca me atreví a meter mano, pero que ahora siento fascinación por hincarles
el diente. The Beatles, su música y sus películas, que me llevaron a soñar que
hablaba en un perfecto inglés con ellos, al final he tenido la oportunidad de
ir dos veces a Liverpool y vivir en la ciudad donde puedo cruzar cuando quiera
por Abbey Road. Documentales como Woodstock que hicieron que habitara en mí una
pequeña rockera. Y para terminar películas musicales como Chicago donde ya se
unían varias pasiones. O bandas sonoras insuperables para las mejores historias
jamás contadas, véase a Los Miserables.
¡Bendito poder el de la música! Su capacidad para transportarte. A veces a
un pasado que añoras. A un amor que ya murió. A un futuro que imaginas tan
vívidamente que anhelas que fuera el presente. Capaz de evocar recuerdos que
creías que no eras capaz de recordar porque ocurrieron antes de que tu
nacieras. Como Leonard Cohen, al que aborrecí sin saber muy bien por qué,
porque lo escuchaba mi madre cuando estaba embarazada.... Y al que luego he
decidido dar una segunda oportunidad y me sonaba hasta familiar y todo.
Qué bonito fue saber que mi nombre me fue dado por una canción.... Concretamente ésta.
El asombro al descubrir que una canción (o estilo) no te agradaba cuando la oíste la primera vez, pero que una vez pasado un tiempo, cuando la revisitas, cobra un nuevo significado. Más que sugestión del ánimo se puede llegar a decir que la música traspasa más que toca. Da sentido a tus sentimientos, aflora tus miedos. Una frase capaz de alterar tu estado de ánimo en 14 segundos. Aunque en general no me acuerdo de las letras, para qué, como bien se dice las palabras se las lleva el viento, sólo se pueden atrapar al escribirlas. Los hechos se graban a fuego en el corazón, tanto los dulces como los amargos. Las imágenes quedan registradas conservadas en algún compartimiento de nuestra cabeza, con una fecha de conservación un tanto vacua. El olor, sabor y tacto de algo o alguien merecen un capítulo aparte.
¡Qué sería la vida sin música! Menudo aburrimiento.
Vaya soberano coñazo.
¿Te has imaginado como música alguna vez? ¿Cómo te puedes identificar con
algo tan abstracto?
Qué triste vivir sin música. Qué solitud vivir aislado por miedo. Privarse
de lo que ofrece la vida por duro que sea. Cuánto nos perdemos cuando nos empeñamos
en controlar lo que sentimos, creemos que estamos mejor así, más protegidos,
nada nos hará daño, ni haremos daño a nadie, sí hay gente que se preocupa
todavía por estos quehaceres. No aportamos nada ni nada dejamos que nos
enriquezca. Qué valiente es ejercer la libertad que tenemos sin causar mal
(propio o ajeno).
Para terminar cómo no con música, qué mejor que con una con la que me identifico... No sé muy bien por qué: quizás porque la descubrí no hace mucho, o en un momento extraño en una ciudad ajena, o simplemente porque la cantante venía a cenar al restaurante donde curraba y me amigo no paraba de poner su música y tararearme esta canción...
Para terminar cómo no con música, qué mejor que con una con la que me identifico... No sé muy bien por qué: quizás porque la descubrí no hace mucho, o en un momento extraño en una ciudad ajena, o simplemente porque la cantante venía a cenar al restaurante donde curraba y me amigo no paraba de poner su música y tararearme esta canción...
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