Guía para no perderse 10 días de miedo
150 películas se
proyectarán entre el 11 y el 20 de octubre en la celebración de la
46º edición del Festival Internacional de Cine Fantástico de Sitges. La situación económica actual refuerza la hegemonía de un
festival que da visibilidad a los jóvenes talentos y acoge las
nuevas formas de aproximarse al género como parte principal de su
programación.
Para tratar de
comprender qué nos propone Sitges hay que partir, por qué no, de su
imagen; el cartel de este año rinde homenaje a La semilla del
diablo (Roman Polaski). Este leit motiv se articula de la
siguiente forma. Por un lado, la programación se centra en los
frutos de la germinación de esa semilla como nuevas manifestaciones
del mal, según indica Ángel Sala director del festival. Por otro
lado, el festival reúne a jóvenes talentos y a diablos consagrados
que han regado esa planta hasta conseguir la floración de un género
que goza de buena salud. Esto queda demostrado en el amplio panorama
que plantea su programación: mercados emergentes, nuevos directores,
producciones low cost, mutaciones del género, nuevos
formatos, etc. Y es que el esfuerzo de la organización por mantener
Sitges como gran plataforma de exhibición, según anunciaba su
director “el 80% de las películas que se podrán ver no tienen
distribuidora y no se verá nunca en las grandes pantallas”,
hace que la presente edición parezca un cajón desastre de multitud
de proyectos que tratan el género desde distintas perspectivas
(comedia, thiller, animación, terror,...). Pero nada es baladí.
Las claves de Sitges
El conocido compromiso
de Sitges con la cinematografía nacional queda constatado, una vez
más, con el homenaje al desaparecido Jesús Franco y la apuesta de
Eugenio Mira para inaugurar el certamen con Grand Piano.
Además, esta edición incluye títulos de países poco conocidos por
su incursión cinematográfica en el género. Los actuales
condicionantes político-económicos han provocado la aparición de
interesantes producciones que tienen posibilidades más allá de su
propio mercado. Este es el caso de la película india Ugly de
Anurag Kashyap y del último trabajo del filipino Erik Matti, On
the job. Asimismo, acorde a su tendencia a dar visibilidad a vías
alternativas de producción, el festival recoge algunas obras
circunscritas bajo la etiqueta de cine low cost. Esto es, cine de
calidad hecho por pocos recursos. El lobito de Antonio Dyez,
The Battery de Jeremy Gardner y la versión final de La
tumba de Bruce Lee de Canódromo Abandonado, son las propuestas
paradigmáticas que tendrán cabida en la sección Emergents.
Siguiendo con su predilección por el cine oriental, este año se
lleva a cabo una retrospectiva
de la obra de Takashi Miike, quien vuelve al festival tras diez años
de ausencia.
Sitges no se queda
atrás
Haciéndose eco de los
tiempos que corren y siempre atento a cómo evoluciona el mercado, el
festival toma conciencia de ello e introduce dos jugosas novedades.
La primera, la celebración en paralelo del Phonetastic Sitges Mobile
Film Festival. Esta aguda iniciativa surge como propuesta para
agrupar y potenciar los trabajos realizados a través de diversos
dispositivos móviles. Se busca así, aprovechar los nuevos formatos
y soportes como herramientas de producción. La propuesta pretende
consolidarse como un circuito que sirva para dar una oportunidad a
nuevos talentos. Aquí se podrá ver el primer largometraje rodado
íntegramente en Iphone, Hooked up de Pablo Larcuen. La
segunda es Sitges View, que inaugura una programación exclusiva de
producciones para televisión. Los amantes de las series podrán
disfrutar de forma gratuita de pases de series piloto, mesas
redondas, etc.
Programación
destacada
Aunque la Sección
Oficial está compuesta por más de 40 títulos, el encaje de
bolillos que hay que hacer para ver la mayor parte de la programación
es la base de Sitges, conviene mencionar algunas de las propuestas
más interesantes así como el retorno de varios directores
consagrados.
Pese a sus críticas en
Cannes, el interés que despierta la historia de venganza que trata
Only God Forgives de Nicolas Winding Refn no ha mermado
un ápice dentro del festival. Jim Jarmush trae una historia de amor
entre dos vampiros en Only Lovers Left Alive. Mezclar ficción
y animación, eso propone Ari Folman en The Congress. Real
supone la vuelta al cine fantástico de Kiyoshi Kurosawa. El director
de Entrevista con el vampiro Neil Jordan vuelve a la temática
vampírica con Byzantium.
Jorge Dorado cubre las espaldas españolas con Minscape.
Johnnie To presenta dos de sus últimas películas Drug War y
Blind Detective. Tras su éxito en Cannes, Alex Van Warmerdam
muestra Borgman. Especial interés suscita, y no sólo por sus
buenas críticas en Sundance y Berlín, el último trabajo del
polémico y joven realizador Shane Carruth, Upstream Color.
Fuera de competición destacan los trabajos de veteranos como
Alejandro Jodorowsky con La danza de la realidad y Terry
Gilliam y su The zero theorem. Finalmente, la sección Nuevas
visiones, donde se exponen las películas más radicales y
experimentales, recoge trabajos de directores consagrados como Ho
Sang-soo (Nobody's
Daughter Haewon), Phillippe Grandieux (White
Epilepsy) o Peter Greenaway (Goltzius
& The Pelican Company).
Gracias al entusiasmo
de la organización y el fervor de un público fiel, el festival
sigue estando en la vanguardia del panorama fantástico en lo que a
material inédito y variado se refiere. Pese a tener con un 14% menos
en su presupuesto respecto a 2012, esta edición cuenta con una
perseverante y vasta selección de títulos, donde se premia la
novedad y el crear tendencia en las diferentes ramas del cine
fantástico. Sitges ha logrado convertirse en un referente
vivo y en constante evolución de este género.
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