Este blog pretende conformarse como un cajón de sastre de relatos personales, críticas de cine, comentarios de situaciones cotidianas, reflexiones personales sobre hechos y problemáticas generales.
Un archivador de apuntes particulares.

25 de noviembre de 2013

Una historia de venganza

Solo Dios Perdona, de Nicolas Winding Refn


Dos hermanos regentan una escuela de lucha en Tailandia. El mayor es brutalmente asesinado tras violar y matar a una menor. A partir de aquí- esto sucede a los pocos minutos de comenzar la cinta- la madre (Kristin Scott Thomas) pide al hijo que le queda (Ryan Gosling) que vengue su muerte aunque ello signifique enfrentarse al policía, que katana en mano, investiga los hechos (Vithaya Pansringarm). La historia transcurre en un lugar donde la droga, la prostitución y la violencia parecen ser las bases de un país donde el poder se ejerce fundamentándose en una idea de justicia atroz.

Trailer de la película en español

Como en el resto de su filmografía, Nicolas Winding Refn, retrata la violencia primitiva que reside en el hombre, de la mano, una vez más, de un actor que parece interesado en personajes que no tienen mucho que decir y se dedican a observar, hasta que son forzados a actuar. El éxito de este tándem conseguido por Drive ha provocado desconcierto en los fans de la película y admiración a los seguidores del director. Más allá de una impecable fotografía, la sobriedad de los personajes -que puede provocar que no se empatice con ninguno-, la sencillez de la trama y el ritmo y la estética de ambas películas poco o nada tienen que ver los dos trabajos.

La cinta que nos ocupa, más cruda y hermética, se cimenta en la impartición de justicia. ¿Quién tiene el poder, cómo lo ejerce y quién lo ejecuta? Una pirámide social en la que el hierático protagonista está sumido abismado, además de amedrantado por una pécora y manipuladora madre (Scott Thomas está fabulosa disfrutando de un papel que se sale por la tangente respecto a sus interpretaciones anteriores). Una realidad en la que la justicia sólo castiga, nunca perdona. Ya que aunque sólo el más fuerte tiene opción para elegir cómo ejercer su poder, su propia naturaleza se lo impide como bien exponía Thomas Hobbes en su tesis acerca de la maldad natural del ser humano. Así pues, el perdón sólo puede concebirse al margen del hombre.  

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